martes, 26 de mayo de 2015

“Desde ahora, en este mundo, recibirá el ciento por uno… y en el mundo futuro recibirá la Vida eterna.” (Marcos 10,28-31.)


Libro de Eclesiástico 35,1-15.
Observar la Ley es como presentar muchas ofrendas y ser fiel a los mandamientos es ofrecer un sacrificio de comunión;
devolver un favor es hacer una oblación de harina y hacer limosna es ofrecer un sacrifico de alabanza.
La manera de agradar al Señor es apartarse del mal, y apartarse de la injusticia es un sacrificio de expiación.
No te presentes ante el Señor con las manos vacías, porque todo esto lo prescriben los mandamientos.
Cuando la ofrenda del justo engrasa el altar, su fragancia llega a la presencia del Altísimo.
El sacrificio del justo es aceptado y su memorial no caerá en el olvido.
Glorifica al Señor con generosidad y no mezquines las primicias de tus manos.
Da siempre con el rostro radiante y consagra el diezmo con alegría.
Da al Altísimo según lo que él te dio, y con generosidad, conforme a tus recursos,
porque el Señor sabe retribuir y te dará siete veces más.
No pretendas sobornarlo con un don, porque no lo aceptaría, y no te apoyes en un sacrificio injusto.
Porque el Señor es juez y no hace distinción de personas:
no se muestra parcial contra el pobre y escucha la súplica del oprimido;
no desoye la plegaria del huérfano, ni a la viuda, cuando expone su queja.
¿No corren las lágrimas por las mejillas de la viuda y su clamor no acusa al que las hace derramar?



Salmo 50(49),5-6.7-8.14.23.

“Reúnanme a mis amigos,
a los que sellaron mi alianza con un sacrificio”.
¡Que el cielo proclame su justicia,

porque el Señor es el único Juez!
“Escucha, pueblo mío, yo te hablo;
Israel, voy a alegar contra ti:

yo soy el Señor, tu Dios.
No te acuso por tus sacrificios:
¡tus holocaustos están siempre en mi presencia!

Ofrece al Señor un sacrificio de alabanza
y cumple tus votos al Altísimo;
El que ofrece sacrificios de alabanza,

me honra de verdad;
y al que va por el buen camino,
le haré gustar la salvación de Dios."




Evangelio según San Marcos 10,28-31. 
Pedro le dijo a Jesús: "Tú sabes que nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido".
Jesús respondió: "Les aseguro que el que haya dejado casa, hermanos y hermanas, madre y padre, hijos o campos por mí y por la Buena Noticia,
desde ahora, en este mundo, recibirá el ciento por uno en casas, hermanos y hermanas, madres, hijos y, campos, en medio de las persecuciones; y en el mundo futuro recibirá la Vida eterna.
Muchos de los primeros serán los últimos y los últimos serán los primeros".


“Desde ahora, en este mundo, recibirá el ciento por uno… y en el mundo futuro recibirá la Vida eterna.”

    Para los cuales, sin embargo, si siguen los preceptos de Cristo, resultará poco la amistad y se unirán por el amor fraterno. Pues verán y comprenderán que todos los hombres han sido creados por el mismo Dios, Padre común; que todos tienden al mismo fin, que es el mismo Dios, el único que puede dar la felicidad perfecta y absoluta a los hombres y a los ángeles; que, además, todos han sido igualmente redimidos por el beneficio de Jesucristo y elevados a la dignidad de hijos de Dios, de modo que se sientan unidos, por parentesco fraternal, tanto entre sí como con Cristo, «primogénito entre muchos hermanos» (Rm 8,29). De igual manera que los bienes naturales, los dones de la gracia divina pertenecen en común y generalmente a todo el linaje humano, y nadie, a no ser que se haga indigno, será desheredado de los bienes celestiales: «Si hijos, pues, también herederos; herederos ciertamente de Dios y coherederos de Cristo» (Rom8,17).



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