martes, 20 de enero de 2015

Habla, Señor, que tu siervo escucha (1 Samuel 3:3-10,19)

3 y Samuel dormía en el santuario donde estaba el arca de Dios y la lámpara de Dios aún no se apagaba, 4 el Señor llamó a Samuel, y él respondió:
«Aquí estoy, Señor.»
5 Así que fue corriendo a donde estaba Elí, y le dijo:
«Aquí estoy. ¿Para qué me llamaste?»
Pero Elí le respondió:
«Yo no te he llamado. Vuelve a acostarte.»
Y Samuel volvió y se acostó. 6 Pero el Señor volvió a llamar a Samuel, así que el joven se levantó, fue a ver a Elí y le dijo:
«Aquí estoy. ¿Para qué me has llamado?»
Y Elí volvió a decirle:
«Yo no te he llamado, hijo mío. Regresa y acuéstate.»
7 En aquel tiempo, Samuel aún no conocía al Señor, ni se le había revelado su palabra. 8 Y el Señor llamó por tercera vez a Samuel, y él se levantó y fue a ver a Elí, y le dijo:
«Aquí estoy. ¿Para qué me has llamado?»
Con esto, Elí entendió que el Señor había llamado al joven, 9 así que le dijo a Samuel:
«Ve y acuéstate. Y si vuelves a escuchar que te llaman, dirás: “Habla, Señor, que tu siervo escucha.”»
Y Samuel fue y se acostó. 10 Entonces el Señor se detuvo junto a él, y lo llamó como las otras veces:
«¡Samuel, Samuel!»
Y Samuel respondió:
«Habla, Señor, que tu siervo escucha.»

19 Samuel creció y el Señor estaba con él, y lo respaldaba en todo lo que decía.