En su
oración, Ana dijo:
En ti, Señor, mi corazón se regocija;
En tu nombre, mi fuerza es mayor.
Ahora puedo burlarme de mis enemigos
porque me regocijo en tu salvación.
Nadie es santo como tú, Señor.
Fuera de ti, no hay nadie más.
No hay mejor refugio que tú, Dios
nuestro.
Que nadie se jacte ni sea altanero;
que aparte la insolencia de sus
labios,
porque sólo el Señor es quien lo sabe
todo;
es el Dios que pondera toda acción.
El Señor quiebra los arcos de los
poderosos,
y reviste de poder a los débiles.
Los que eran ricos, ahora mendigan
trabajo;
los que sufrían de hambre han sido
saciados.
Aun la estéril ha dado a luz siete
hijos,
y la mujer fecunda ahora desfallece.
El Señor da la vida, y la quita;
nos lleva al sepulcro, y nos rescata
de él.
El Señor da pobreza y riqueza;
el Señor nos humilla y nos enaltece.
Al pobre lo levanta de la nada,

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Dios bendiga sus comenetarios